Contar pájaros


Había empezado a extrañar el canto de los gallos a la mañana. Eso y preguntarse si los pájaros también sufrían cambiando las ramas de los árboles por los cables de la ciudad, le daba la pauta de que últimamente andaba mirando mucho para arriba y para atrás. Contó en silencio cada pájaro que vio posado en los cables del tendido eléctrico de calle Alvear. Hizo lo mismo en la terraza. Las palomas preferían la inmensa antena satelital al Jacarandá que se desbordaba desde la vereda, metiendo sus ramas sobre el balcón de la terraza. Inmediatamente pensó en el patio de la casa de su madre, en los nidos que se armaban en la enredadera, en el perro que no paraba de ladrar cada vez que escuchaba el batido de las alas o el movimiento entre el ramaje. Entonces, se preguntó si los pájaros cuando miran para abajo y lo ven, creen que él también sufre cambiando el patio que da al campo por la terraza con piso de cemento.  

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