Del sentimiento de terminar un libro de Faulkner


Agosto tuvo su luz,

que se fue como la de todos los meses anteriores.

Pero agosto había tenido otra luz,

como la de las crueles provincias que había leído una vez.

Era clara y tibia. Se veía en ella flotar las partículas de algo que venía.

Agosto tuvo su luz,

y ahora los pájaros arman nidos en la ventana de mi habitación,

que se abre más que antes para que entre calor.

Agosto tuvo también su viento cálido,

y sus ganas de quedarse tirado mirando pasar el día como un domingo nefasto,

como un tráiler de los atardeceres de verano.

Se fue agosto, y con él su luz.

Y eso que sólo cerramos un libro.

Ahora hay que abrir otro.



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