De Conti


Ausencia de Haroldo


y aunque la línea está cortada señalando el fin
 yo sólo digo adiós hasta que nos veamos de nuevo.
Bob Dylan


"Los Caminos" - Haroldo Conti
Llegás con olor a río, a sudestada  y a cosas que parecen de más lejos. Casi sin querer  te percibo, con algo de miedo, con algo de intriga. Sé que desde algún lugar vas a volver, porque algún tiempo siempre te trae, a pesar del verano, del atardecer y su nostalgia. Esta vez llegaste con una fecha, un designio, una desaparición. Viniste trayendo, como siempre, algo más que libros viejos. Y me pregunto si es cierto que existe un afán astrológico que no nos separa, que no nos desencuentra.

Algo me rozaba los oídos esa mañana, el motor de una lancha y el aullido de un perro lejano. Me levanté sin recordar dónde estaba, me había dormido sin ser consciente de cuál había sido el último lugar por el que había pasado.  Vivía el recuerdo de las islas, en el Paraná Viejo, en un bote húmedo y vacío, el cielo cargado de estrellas, sereno y  terroríficamente silencioso. Sin embargo, al abrir los ojos pude ver un techo bajo y toqué sábanas limpias; estaba en una habitación. Me había despertado la claridad y seguramente algún sueño, de esos que se parecen bastante a la realidad. Sentí sobre mis piernas un peso liviano y recordé el libro azul, las hojas finas, la letra chica. El registro consciente y la desilusión se presentaron para despabilarme y contarme, casi burlonamente, que yo no era ni el Boga, ni Oreste, ni siquiera el fantasma de la tía Teresa, que solo podía rescatarte - para poder rescatarnos – de la única forma que ese afán astrológico me lo permitía, leyéndote.     

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